(Parte de información contenida en el libro “Conflictos entre Profesores y Alumnos: Del aburrimiento, desmotivación e indisciplina en la escuela)
Pueden rescatarse tres actitudes esenciales que debe poseer el maestro para ayudar a que sus alumnos se motiven. Estas son:
La confianza en el potencial humano
Es decir, en la capacidad que tiene el ser humano de activar en sí mismo sus aptitudes para desarrollarse y de regular los diversos actos de su vida. Viene a ser como una apuesta en las personas, en la auto-educabilidad, en la capacidad personal del sujeto a orientarse positivamente por sí mismo. Las personas que recuerdan con admiración a algún “maestro”, denominación que se subraya al referirse a él, enfatizan que “les alentó a descubrir que podíamos lo que no sabíamos que podíamos y terminamos gustando de la más árida de las asignaturas”.
La congruencia o autenticidad
Se trata de buscar su ser profundamente en uno mismo sin apariencias ni máscaras, lo que permite la expresión personal, liberando su energía lo que provocará llegar a crear una comunicación interpersonal más profunda, más ágil, más cordial.
La aceptación incondicional
Es el interés profundo por la otra persona diferente de uno mismo; esta aceptación se manifiesta por una escucha activa y una actitud corporal congruente, hecho que hace que el otro se sienta reconocido como un ser significante, importante. Tal como decía Dickens: “toda la grandeza de un hombre consiste en dar al otro el sentimiento de su propia grandeza”. Es este sentimiento de grandeza, de dignidad, que responde a un poderoso deseo común en todos, que contribuye, en él también, a acrecentar la energía psicológica.
A propósito de las actitudes anteriores, también puede desarrollarse la concepción de la motivación destacando que más que los métodos, son las actitudes del educador las que importan. Por lo tanto, se privilegia sobre todo el enfoque afectivo.
Consecuentemente con las ideas anteriores, se ha demostrado que es el profesor quien puede reforzar o por el contrario, quien puede frenar la motivación por causa de su actitud y su comportamiento. En forma muy sencilla, “si el profesor sonríe, los alumnos sonríen; si el profe aparece enojado, los alumnos se ponen serios. Del profesor depende la reacción del otro, por eso debe dar comportamientos apropiados. En algunos casos el maestro deberá reflexionar preguntándose, ‘¿cómo me modifico yo para para modificar a los otros?’ Si el profesor cambia para bien, los alumnos también deberán cambiar para bien”.
Además, especialmente en este tipo de investigaciones realizadas sobre el sentimiento de eficacia personal, se demuestra de manera principal hasta qué punto este componente juega un rol esencial en el éxito escolar. Entre los elementos susceptibles de favorecer la motivación de los alumnos, se puede destacar en particular la manera de presentar los objetivos a lograr y el impacto del sentimiento de eficacia pedagógica de los profesores.
En investigaciones recientes de Francia, las respuestas de los liceanos(as) de Champagne-Ardenne indican que éstos atribuyen la ausencia de motivación a los profesores que “no son entusiastas”, “que sólo se interesan por los mejores alumnos” y que, por ende, “deberían cambiar su manera de hacer clases”. Luego, enfatizan principalmente que los profesores deberían “parar de hacer copiar durante horas” y tomar más tiempo en explicar las materias que no entienden. En síntesis, los profesores deberían poseer una actitud más profesional de su trabajo justificando su acción con teorías científicas.
Pueden rescatarse tres actitudes esenciales que debe poseer el maestro para ayudar a que sus alumnos se motiven. Estas son:
La confianza en el potencial humano
Es decir, en la capacidad que tiene el ser humano de activar en sí mismo sus aptitudes para desarrollarse y de regular los diversos actos de su vida. Viene a ser como una apuesta en las personas, en la auto-educabilidad, en la capacidad personal del sujeto a orientarse positivamente por sí mismo. Las personas que recuerdan con admiración a algún “maestro”, denominación que se subraya al referirse a él, enfatizan que “les alentó a descubrir que podíamos lo que no sabíamos que podíamos y terminamos gustando de la más árida de las asignaturas”.
La congruencia o autenticidad
Se trata de buscar su ser profundamente en uno mismo sin apariencias ni máscaras, lo que permite la expresión personal, liberando su energía lo que provocará llegar a crear una comunicación interpersonal más profunda, más ágil, más cordial.
La aceptación incondicional
Es el interés profundo por la otra persona diferente de uno mismo; esta aceptación se manifiesta por una escucha activa y una actitud corporal congruente, hecho que hace que el otro se sienta reconocido como un ser significante, importante. Tal como decía Dickens: “toda la grandeza de un hombre consiste en dar al otro el sentimiento de su propia grandeza”. Es este sentimiento de grandeza, de dignidad, que responde a un poderoso deseo común en todos, que contribuye, en él también, a acrecentar la energía psicológica.
A propósito de las actitudes anteriores, también puede desarrollarse la concepción de la motivación destacando que más que los métodos, son las actitudes del educador las que importan. Por lo tanto, se privilegia sobre todo el enfoque afectivo.
Consecuentemente con las ideas anteriores, se ha demostrado que es el profesor quien puede reforzar o por el contrario, quien puede frenar la motivación por causa de su actitud y su comportamiento. En forma muy sencilla, “si el profesor sonríe, los alumnos sonríen; si el profe aparece enojado, los alumnos se ponen serios. Del profesor depende la reacción del otro, por eso debe dar comportamientos apropiados. En algunos casos el maestro deberá reflexionar preguntándose, ‘¿cómo me modifico yo para para modificar a los otros?’ Si el profesor cambia para bien, los alumnos también deberán cambiar para bien”.
Además, especialmente en este tipo de investigaciones realizadas sobre el sentimiento de eficacia personal, se demuestra de manera principal hasta qué punto este componente juega un rol esencial en el éxito escolar. Entre los elementos susceptibles de favorecer la motivación de los alumnos, se puede destacar en particular la manera de presentar los objetivos a lograr y el impacto del sentimiento de eficacia pedagógica de los profesores.
En investigaciones recientes de Francia, las respuestas de los liceanos(as) de Champagne-Ardenne indican que éstos atribuyen la ausencia de motivación a los profesores que “no son entusiastas”, “que sólo se interesan por los mejores alumnos” y que, por ende, “deberían cambiar su manera de hacer clases”. Luego, enfatizan principalmente que los profesores deberían “parar de hacer copiar durante horas” y tomar más tiempo en explicar las materias que no entienden. En síntesis, los profesores deberían poseer una actitud más profesional de su trabajo justificando su acción con teorías científicas.
3 comentarios:
muy cierto!
es simple hecho de pensar que un alumno no tiene "dedos para el piano" ya nos hace un mal motivador.
Cuantas veces no hemos escuchado en las VISES a los profesores guias diciendo: Estos chicos no van a aprender no te esfuerces tanto si al final igual van a sacar mala nota!
Pero les apuesto lo que quieran que ese profesor no ha puesto ni un poquito de empeño en que ellos realmente aprendan, debemos aspirar a hacer del alumnado unos active learners, personas que no solo esten en la sala de clase sino que sean parte de la clase.
Hoy por hoy estoy haciendo la practica profesional y con pequeños detalles se hace la diferencia ... el simple hecho de felicitar a un alumno, ponerle "congratulations! good job!" en las pruebas o actividades, hace que los chicos sientan que realmente se la pueden y que el ingles no es una asigantura inalcanzable, y que realmente tienen dedos para el piano =)
Il semble que vous soyez un expert dans ce domaine, vos remarques sont tres interessantes, merci.
- Daniel
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