sábado, 12 de junio de 2010

CONVIVENCIA ESCOLAR: ¡UN SIETE!


La expresión “convivencia escolar” ha reemplazado, en cierta medida, a la de “control de la disciplina”, entendida – esta última - muchas veces como la aplicación de una serie de reglas impuestas por las autoridades de los establecimientos educacionales.
El “control disciplinario” alude, generalmente, a la utilización de un PODER, de una SANCIÓN o de una FUERZA cuyas consecuencias son claras, como el daño a la autoestima del niño(a).
Por lo tanto, no nos engañemos al asegurar que en los establecimientos educacionales hoy en día se cuenta con un “Reglamento o Manual de Convivencia Escolar” si éste sólo ha cambiado de nombre, manteniendo, en su esencia, la imposición o las ideas disciplinarias de un pequeño grupo de personas. Lo más insólito de este hecho es que este manual ni siquiera es conocido por profesores ni estudiantes y muchas veces, más absurdo, creado por una o dos personas ajenas al establecimiento educacional donde “se aplica”.

A continuación, sintetizo siete ideas fuerza para construir un Manual de Convivencia Escolar que realmente ayude a cambiar el clima escolar y de paso, dé pie a provocar lo cambios tan necesarios en la educación que realmente anhelamos AHORA.


Los acuerdos sobre convivencia para el buen funcionamiento del Establecimiento Educacional se toman entre TODOS los actores del proceso educativo, demostrando asertividad y utilizando criterios de equilibrio en las conductas y puesta de límites, en función de la seguridad, bienestar y desarrollo de las personas.

La participación de TODOS, sin exclusión, es permanente y continua, para la cual debe darse el tiempo necesario para que se convierta en un compromiso contraído con gusto, dedicación y esmero.

Lo anterior implica establecer relaciones RESPETUOSAS de aceptación, equidad, confianza, tolerancia, riesgo, empatía, solidaridad y responsabilidad, entre otros valores.

Si se aplican desde un principio los valores en la relación diaria, hay mayores probabilidades que se vayan modelando y vivenciando comportamientos ampliamente deseables mediante un verdadero laboratorio formador de una CIUDADANÍA RESPONSABLE.


De esta manera, en todas las dependencias del Establecimiento Educacional se va a SENTIR, entonces, y “respirar”, el profundo respeto por los demás, principalmente por nuestros alumnos(as) más vulnerables.

Este bien común, construido por TODA la comunidad escolar, se valora, se atesora, se cuida, se revisa y se mejora todas las veces que sea necesario.


Equipo Directivo, Profesores, Padres, Apoderados, Personal Administrativo, Personal Auxiliar y Alumnos(as), se SIENTEN partícipes-responsables y vivencian “un pasarlo bien” en su lugar de trabajo/estudio, pues aquí prevalece el reconocimiento y la valoración por sobre la indiferencia y la descalificación, para aprender más y mejor.