¿Qué le lleva a estar leyendo esta columna en este blog? ¿Cómo es que usted decidió pasar parte de su tiempo aquí? La respuesta suya a cualquiera de estas dos preguntas es teoría (incluso la forma de hacer las preguntas iniciales de este párrafo responden a una teoría)
[1]. Sí, claro. Es verdad que el término teoría tiene un sinfín de acepciones, pero también es verdad que una de ellas nos señala que se refiere a una explicación, derivada de un conjunto de proposiciones interrelacionadas.
Tal vez su respuesta atienda a motivaciones, expectativas, obligaciones, compromisos, necesidades, encargos, en fin, todo un cúmulo de elementos básicos de algunas teorías científicas de las cuales tal vez usted no esté consciente. Aunque usted, claro está, puede dar su propia explicación, que para usted es su teoría personal o teoría práctica.
Este proceso interno de “darse cuenta” de porqué hace lo que hace puede ser muy interesante ya que le ayuda a reflexionar acerca de sus actitudes y comportamientos. ¿Nota que las explicaciones que se dan contienen conceptos y principios? Precisamente, esos son los principales ingredientes de las teorías científicas o explicativas.
Realmente lo que se espera es que la información anterior le ayude a entender que no puede haber práctica sin teoría y viceversa. Siempre vamos a encontrar una explicación a un hecho, suceso o praxis. Así como también después de nuestras ideas, decisiones, disposiciones, llegaremos a la acción (praxis, hecho o suceso).
Veamos un caso de lo que estamos presenciando desde hace ya bastante tiempo. Todo parece ser urgente, inmediato, vertiginoso (en verdad, “para ayer”), indispensable, los alumnos no esperan que el profesor finalice su explicación, se enojan cuando no se les permite interrumpir la idea explicativa (teoría) que ellos mismos pidieron…, generación “on-off”, dijo alguien. Entonces se encuentra la explicación (teoría práctica) para este tipo de generación, que “es así”, “rápida”, “práctica”, “producto de una sociedad que se hace cada día más pragmática e inmediatista”, por lo tanto, un hermoso desafío para hacerla reflexionar.
A propósito de la columna anterior, “Algunas formas de despejar nuestros obstáculos mentales en clases”, punto 4, que decía: “Dejemos que los alumnos usen su imaginación y fantasía. Tratemos de no apurarlos en sus reflexiones, planteamiento de interrogantes o respuestas. Deben sentirse libres para inventar, crear, innovar. No los interrumpamos diciéndoles que sean ‘prácticos’”, mi alumno del postgrado de Magíster en Evaluación, Juan Carlos Quinchao, reacciona expresando:
“Ciertamente estoy de acuerdo con esta afirmación; sin embargo, considero que la sociedad hoy en día es una sociedad que copia modelos y a su vez es vertiginosa. En todo ámbito estamos constantemente copiando modelos y poniendo límites. Basta con sólo mirar alrededor y darme cuenta que la forma de vestir de los alumnos es de acuerdo a una tribu urbana. Los trabajos e investigaciones se copian y pegan de Internet, hay páginas especializadas en recolectar trabajos para ser usados nuevamente…”
Luego, agrega: “Los alumnos no están entregando el 100% de su creatividad, es más fácil utilizar algo ya creado que crearlo. Por otro lado, los profesores muchas veces coartan la imaginación y creatividad de los alumnos debido a razones de peso como por ejemplo, preparación para la PSU; no podemos como profesores decirles ‘tómate tu tiempo en buscar la solución a las preguntas’, tomando en cuenta que en PSU se está midiendo velocidad de respuesta, al igual que la prueba SIMCE. Tampoco podemos tomarnos todo el tiempo en analizar contenidos ‘detenidamente’, por la extensión de algunos programas de estudio. Qué ganas de hacerlo ya que lo importante no son los contenidos…”
Claro, entonces, con base en lo anterior, más de alguien va a sentir ganas de decir: “La teoría no tiene nada que ver con la realidad (práctica)”. ¡Ahá! Hemos llegado al punto crítico donde la juventud especialmente se apropia constantemente de la expresión anterior. ¿Qué ha pasado? Posiblemente que el concepto “teoría” no sea usado con la misma acepción que lo hacemos aquí. Otra lectura podría ser que una teoría en particular no se puede conectar con una práctica en especial, ¿no es cierto?
Si nuestra educación se pusiera de acuerdo en exponer ciertas teorías directrices –modelos, así también llamados - y proponer maneras de aplicarlas, en un diálogo constante con los maestros, probablemente ayudaría a que no se siguiera produciendo en la mente de los futuros profesores y profesores en servicio esta brecha entre teoría y práctica.
[1] Agradezco al psicólogo Ricardo Guerra Varela, quien hizo que recordara algunos principios de la teoría de la Programación Neuro Lingüística, para no iniciar las interrogantes con la palabra “¿Por qué?”, ya que ésta “lleva a que el receptor de la pregunta busque en argumentos racionales cognitivos, más bien apuntados a justificaciones, que no incrementan las posibilidades de transformación, cuestionamientos, etc.” Las palabras que se usan aquí “abren una calibración o sentido más cercano a los mundos afectivos, emocionales si se quiere”.