martes, 6 de mayo de 2008

Mis alumnos del “Taller de desarrollo del pensamiento lógico y creativo”, me han hecho puntualizar, a modo de síntesis, algunas prácticas que no sólo empleamos en ese curso, sino en cualquier otro que pretenda ayudar a nuestros alumnos a ser más creativos en la solución de problemas. Aquí están:



ALGUNAS FORMAS DE DESPEJAR NUESTROS OBSTÁCULOS MENTALES EN CLASES


1. No usemos la expresión, “Esta es la respuesta correcta”. Dejemos que los alumnos(as) la encuentren…, ¡si es que hay una sola respuesta! Idealmente los problemas a los que deben enfrentarse los aprendices, deberían tener más de una respuesta posible. Es importante que los alumnos(as) reflexionen, hagan insinuaciones, den más de una respuesta.

2. Desterremos los enunciados, “Esto es obvio” y/o “Eso no es lógico”. Obvio significa “que se encuentra o pone delante de los ojos”, viene del verbo “obviar”, evitar, “apartar de en medio de obstáculos”. Una vez que – como profesores, o futuros educadores - hayamos construido andamios para la construcción del aprendizaje del alumno o hayamos quitado los obstáculos, pregunte – si es necesario – “¿te parece obvio, ahora?” Preferiríamos decir: “¿Lo puedes ver más claramente, ahora? O, ¿qué te parece? ¿Qué piensas?
No todo debe ser lógico (¡lógico!). Además, los estudiantes, ¿pueden ver la o las “consecuencias naturales” de un fenómeno que estamos explicando (o ellos, investigando) de la manera como lo vemos nosotros? Pídales que usen una metáfora, por ejemplo, ésta mejora la lógica.
En síntesis, idealmente, tratemos de evitar en la comunicación con los alumnos estas expresiones, pues presentan una gran carga negativa debido a sus múltiples usos en forma despectiva, de reproche, reconvención (tipo sermón), humillante o irónica, por parte de muchos profesores.

3. ¿Es realmente necesario en todos los casos que los alumnos(as) “sigan las instrucciones al pie de la letra”? En muchos casos, no. Limitemos esta instrucción para cuando sólo realmente sea necesario. De otra manera, hagamos el intento de analizar con nuestros estudiantes qué sucede si se rompen las reglas. Así los estaremos ayudando a ampliar y a mejorar su creatividad.

4. Dejemos que los alumnos usen su imaginación y fantasía. Tratemos de no apurarlos en sus reflexiones, planteamiento de interrogantes o respuestas. Deben sentirse libres para inventar, crear, innovar. No los interrumpamos diciéndoles que sean “prácticos”.


5. ¿Hasta qué punto la ambigüedad puede considerarse una limitación o debilidad? En algunos casos, especialmente cuando queremos que nuestros alumnos(as) se expresen libremente y deseen innovar, es importante encontrar otras respuestas. El término “ambiguo” o la expresión “eso es ambiguo” generalmente connotan imágenes de regaño. No obstante, “ambiguo” significa “que puede entenderse de varios modos o admitir distintas interpretaciones”. El pensamiento divergente, entonces, debe admitirlo.

6. ¿Por qué los alumnos – en general - piensan que equivocarse o cometer errores es un acto vergonzoso? ¿Es posible que un profesor los haya ridiculizado por sus errores o haya permitido que sus compañeros se rieran de ellos? Es lo más probable. Sin embargo, no hay progreso sin errores o equivocaciones. Los aprendices deben ser convencidos que se obtienen nuevas y grandes ideas de los errores.


7. La sala de clases debería ser un lugar de entretenimiento que gire alrededor de temas interesantes. Por lo tanto, no digamos que “jugar es mera frivolidad”. Nosotros mismos, cuando nos hemos convertido en alumnos nuevamente – comúnmente en cursos de perfeccionamiento o al seguir programas de postgrado -, queremos “pasarlo bien”, ¿cierto? Entonces, ¿por qué negar esa posibilidad a nuestros propios alumnos(as)?

8. Si ante una consulta de nuestros estudiantes, encontramos que no sabemos la respuesta, no la inventemos ni digamos “lo siento, esa no es mi especialidad”. Invitémoslos a averiguar juntos la información para después, ayudarnos mutuamente a construir el conocimiento.


9. No seamos parte de esos profesores que se lamentan diciendo que ellos no quieren hacer el ridículo. Seamos histriónicos o exagerados, a veces – tal vez, muchas veces en nuestro campo – el fin justifica los medios. El fin que sea que nuestros alumnos aprendan, ¿los medios? ¡Todos los que sean necesarios! Mientras más estrategias creativas y fuera de la rutina utilicemos, tanto mejor. La rutina es latosa, fácil de olvidar. Lo ridículo es novedoso, difícil de olvidar.

10. Por favor, no sea de aquellos que se quejan diciendo “no tengo creatividad”. Todos somos creativos y tal vez nuestra mayor creatividad esté expresada en la forma en que hemos construido nuestra vida. Este hecho significa que hemos generado muchas ideas en nuestra existencia. Sigamos, entonces, creando nuevas ideas junto a nuestros alumnos.


Todas las sugerencias anteriores pueden ser utilizadas en cualquier método que usted y sus alumnos elijan trabajar en la sala de clases o en ambientes de aprendizaje diversos.