Varias personas me han solicitado colocar las palabras que pronuncié en el acto de presentación del libro. Bien, lo que sigue es la pauta que me sirvió de base para tratar de establecer un diálogo con el público asistente. Por lo tanto, les pido que lo lean con esa intención y con algo de imaginación.
Palabras del profesor Patricio Calderón con motivo de la presentación de su libro “Conflictos entre profesores y alumnos”.
8 / 08 / 07
Queridas amigas, queridos amigos:
Los que ya hemos alcanzado cierta edad gozamos contando aspectos de nuestra vida en el pasado. Déjenme decirles que siempre me llamó la atención las niñas en las fiestas que nadie sacaba a bailar. Las observaba; analizaba sus comportamientos, sus miradas, sus silencios, sus expectativas no cumplidas, las expresiones del rostro, especialmente cuando se acercaba un joven y …, justo sacaba a la del lado y no a ella…, y así. En ese tiempo era mal mirado que dos niñas fueran a bailar juntas, a nadie se le habría ocurrido.
Creo que en ese momento, de manera más consciente que nunca, se fue desarrollando en mí la característica de empatía, sentir como está sintiendo la otra persona. Demás está decir que las sacaba a bailar a todas las que estaban postergadas, se trataba de pasarlo bien, no de “ligar” como dicen los jóvenes ahora.
Éste es un libro de empatías, principalmente empatías con los estudiantes de pedagogía, con los profesores, con los alumnos, aunque no se deja de lado a los padres y apoderados.
Hace unos años, pregunté a los estudiantes de pedagogía que estaban a un año de egresar de la universidad, cuáles eran sus principales temores para enfrentar un curso. Entre sus respuestas surgieron miedos al rechazo de sus alumnos, perder el control, enfurecerse, agresión de los alumnos hacia ellos, no saber manejar a los niños(as), no saber imponer la disciplina, (Fíjense el lenguaje que usan) “convertirme en la vieja gritona”, entre otras respuestas.
¡Había bastante quehacer como ustedes pueden darse cuenta! Si estaban sintiendo de esa manera, entonces había que acompañarlos a resolver juntos esos conflictos mentales que presentaban. Ese es un caso de empatía. Éste es uno de los orígenes de mi investigación en que se basa el libro.
También hay empatía con los profesores de las escuelas y liceos, para entender sus momentos de luz y sombra, es decir, sus aciertos, alegrías, esperanzas y sueños cumplidos, así como desaciertos, desazón, arrepentimientos, incertidumbre, penas.
Empatía con los niños y niñas que no atienden en la clase, a los que no se comportan como el resto, a los que gritan interior y exteriormente y que no hemos escuchado.
A los padres y apoderados para que aprendan a darse tiempo para dialogar con sus hijos o pupilos sobre los temas que a ellos, a los niños y niñas les inquietan, sin imponer sus puntos de vista pero sí sabiendo transar los límites permitidos.
En fin, aquellos que han conocido mi trayectoria académica, saben o deben recordar que dedico bastante tiempo en mis clases a construir junto con los estudiantes un ambiente basado en la empatía para establecer un clima de convivencia agradable, en que todos se sientan cómodos y alegres. No puede haber convivencia si ésta no se ha construido.
Es la construcción de una base afectiva sobre la cual se va a sostener la fase cognitiva o intelectual. Suelo decir a mis alumnos de inglés: “Nodoby should teach anyboby if this nobody doesn’t love the anybodies” en una suerte de juego de palabras, “ningún profesor puede pretender enseñar bien a nadie, si este profesor no ha aprendido a querer a sus alumnos”. Y para llegar a querer a alguien, usted debe conocer “algo de la vida” de esa persona. Para que esa persona le cuente algo de su vida, usted debe ser empático y hacer cosas agradables para ella. Considero que el aprendizaje indudablemente es un medio para disfrutar nuestra vida.
Si nos hemos aprendido a conocer, con mayor razón, nos aceptamos, ponemos las reglas del juego en forma clara, como educadores damos el ejemplo, llegamos a acuerdos con los alumnos y aprendemos a ser afectuosos pero con firmeza, entonces difícilmente nos vamos a hacer daño mutuamente. En síntesis, aprendemos aquello que nos afecta emocional y cognitivamente.
De esto también trata el libro.
En verdad el dispositivo presenta una combinación de elementos que funciona como una red, en donde cada profesor puede escoger el hilo o la punta de la madeja que desee o que se ajuste a su problema particular para llegar a resolverlo.
No obstante, si no se ha logrado construir la fase emocional esencial para el aprendizaje, entonces hay mayores probabilidades que surjan conflictos que fácilmente pasen a convertirse en hechos de violencia, o peor, de agresión.
También trato este tema en el escrito. Pues hemos tenido la oportunidad de dar a conocer las representaciones libres del profesorado y del alumnado para estar al tanto en forma concreta de sus impresiones, las cuales nos han dado un cúmulo de información para ser estudiada. Repasemos sólo un par de casos, primero, cuando la profesora le entrega una prueba con un mal resultado al alumno y éste la arruga y la arroja al papelero. La profesora lo increpa diciéndole: “Oye roto, insolente, eso no se hace. Recoge la prueba, plánchala y hazla firmar por tu apoderado, ¿qué te has imaginado?”. Segundo caso, aquél en que una profesora se dirige a un alumno sin usar su nombre verdadero, sino un sobrenombre (“flojito”); los alumnos responden pidiendo que no los insulte, cuestionando su autoritarismo, ignorándola, descalificándola, e incluso dándole lecciones: “…como persona adulta tiene que saber controlarse y medir sus palabras porque hieren”; “usted no debería decirme sobrenombres; usted es una mala profesora…, me baja la autoestima…¡vale hongo!” estos son casos claros de cómo la violencia engendra más violencia.
Debemos recordar que la democratización de los canales de comunicación implica redefinir la autoridad. Asimismo, la equidad está en el escuchar y el expresar las ideas en un ambiente de respeto. Su lugar se legitima cuando es trasmisora de acciones de justicia, cuando favorece la cooperación y reconoce la autonomía. La justicia sólo tiene sentido si es superior a la autoridad.
De esta manera, creo haber cumplido entregando una contribución a los futuros profesores que, por muchos años, han manifestado que en su formación pedagógica “nunca nos hablaron de esta realidad” o peor, “hay un abismo de diferencia ente lo que vimos en teoría en nuestra formación inicial y lo que estamos ahora viviendo en los colegios”.
Agradezco a todos ustedes haber aceptado estar con nosotros. A tantos queridos ex estudiantes de esta casa de estudios de sus sedes de Valparaíso y de San Felipe, a mis estudiantes actuales de pedagogía, a los alumnos de las escuelas y liceos, (me encanta tenerlos aquí) a las personas del MECESUP, a mi hermana, hijos, tío querido que de una alguna manera reemplaza a mi padre que hace tiempo está en el cielo…, agradezco asimismo a mi profesor Michel Caillot, quien al finalizar mi examen de grado hace cerca de tres años, me dijo: “Tu dois publier ce travail !” - c'était un défi pour moi, bien sûre!- (“¡Tú debes publicar este trabajo! – era un desafío para mí, por supuesto). Gracias al Sr. Secretario Ministerial de Educación, Don Cristián Rojo, por su documentada, entretenida y bien inspirada presentación a mi libro, al profesor Eduardo Hess por su hermosa presentación escrita en el dispositivo y al Decano, René Flores, por su ilustrado prólogo.
Espero que ese posible signo de interrogación que tenían al iniciar este evento, se transforme en cientos de signos de interrogación para buscar respuestas a nuestros desafíos. De otra manera, si no tratamos temas como éste más daño nos seguiremos haciendo los profesores y los alumnos. En otras palabras, si no acogemos esta invitación corremos el riesgo como profesores de seguir poniéndole el hombro y seguir cuidándonos las espaldas.
Ayudar a quebrar el círculo de la violencia es romper el silencio, silencio impuesto por largo tiempo y que ha perjudicado, sin lugar a dudas, la calidad de la educación.
Creo que todos deseamos que exista un buen clima de entendimiento entre profesores y alumnos, modelo que incluso pueda redundar con mayor ímpetu en una mejor relación entre los propios alumnos, y entre ellos y sus padres; en suma una educación que traspase e impacte positivamente la convivencia entre educandos y entre éstos y sus familias.
Muchas gracias.
Palabras del profesor Patricio Calderón con motivo de la presentación de su libro “Conflictos entre profesores y alumnos”.
8 / 08 / 07
Queridas amigas, queridos amigos:
Los que ya hemos alcanzado cierta edad gozamos contando aspectos de nuestra vida en el pasado. Déjenme decirles que siempre me llamó la atención las niñas en las fiestas que nadie sacaba a bailar. Las observaba; analizaba sus comportamientos, sus miradas, sus silencios, sus expectativas no cumplidas, las expresiones del rostro, especialmente cuando se acercaba un joven y …, justo sacaba a la del lado y no a ella…, y así. En ese tiempo era mal mirado que dos niñas fueran a bailar juntas, a nadie se le habría ocurrido.
Creo que en ese momento, de manera más consciente que nunca, se fue desarrollando en mí la característica de empatía, sentir como está sintiendo la otra persona. Demás está decir que las sacaba a bailar a todas las que estaban postergadas, se trataba de pasarlo bien, no de “ligar” como dicen los jóvenes ahora.
Éste es un libro de empatías, principalmente empatías con los estudiantes de pedagogía, con los profesores, con los alumnos, aunque no se deja de lado a los padres y apoderados.
Hace unos años, pregunté a los estudiantes de pedagogía que estaban a un año de egresar de la universidad, cuáles eran sus principales temores para enfrentar un curso. Entre sus respuestas surgieron miedos al rechazo de sus alumnos, perder el control, enfurecerse, agresión de los alumnos hacia ellos, no saber manejar a los niños(as), no saber imponer la disciplina, (Fíjense el lenguaje que usan) “convertirme en la vieja gritona”, entre otras respuestas.
¡Había bastante quehacer como ustedes pueden darse cuenta! Si estaban sintiendo de esa manera, entonces había que acompañarlos a resolver juntos esos conflictos mentales que presentaban. Ese es un caso de empatía. Éste es uno de los orígenes de mi investigación en que se basa el libro.
También hay empatía con los profesores de las escuelas y liceos, para entender sus momentos de luz y sombra, es decir, sus aciertos, alegrías, esperanzas y sueños cumplidos, así como desaciertos, desazón, arrepentimientos, incertidumbre, penas.
Empatía con los niños y niñas que no atienden en la clase, a los que no se comportan como el resto, a los que gritan interior y exteriormente y que no hemos escuchado.
A los padres y apoderados para que aprendan a darse tiempo para dialogar con sus hijos o pupilos sobre los temas que a ellos, a los niños y niñas les inquietan, sin imponer sus puntos de vista pero sí sabiendo transar los límites permitidos.
En fin, aquellos que han conocido mi trayectoria académica, saben o deben recordar que dedico bastante tiempo en mis clases a construir junto con los estudiantes un ambiente basado en la empatía para establecer un clima de convivencia agradable, en que todos se sientan cómodos y alegres. No puede haber convivencia si ésta no se ha construido.
Es la construcción de una base afectiva sobre la cual se va a sostener la fase cognitiva o intelectual. Suelo decir a mis alumnos de inglés: “Nodoby should teach anyboby if this nobody doesn’t love the anybodies” en una suerte de juego de palabras, “ningún profesor puede pretender enseñar bien a nadie, si este profesor no ha aprendido a querer a sus alumnos”. Y para llegar a querer a alguien, usted debe conocer “algo de la vida” de esa persona. Para que esa persona le cuente algo de su vida, usted debe ser empático y hacer cosas agradables para ella. Considero que el aprendizaje indudablemente es un medio para disfrutar nuestra vida.
Si nos hemos aprendido a conocer, con mayor razón, nos aceptamos, ponemos las reglas del juego en forma clara, como educadores damos el ejemplo, llegamos a acuerdos con los alumnos y aprendemos a ser afectuosos pero con firmeza, entonces difícilmente nos vamos a hacer daño mutuamente. En síntesis, aprendemos aquello que nos afecta emocional y cognitivamente.
De esto también trata el libro.
En verdad el dispositivo presenta una combinación de elementos que funciona como una red, en donde cada profesor puede escoger el hilo o la punta de la madeja que desee o que se ajuste a su problema particular para llegar a resolverlo.
No obstante, si no se ha logrado construir la fase emocional esencial para el aprendizaje, entonces hay mayores probabilidades que surjan conflictos que fácilmente pasen a convertirse en hechos de violencia, o peor, de agresión.
También trato este tema en el escrito. Pues hemos tenido la oportunidad de dar a conocer las representaciones libres del profesorado y del alumnado para estar al tanto en forma concreta de sus impresiones, las cuales nos han dado un cúmulo de información para ser estudiada. Repasemos sólo un par de casos, primero, cuando la profesora le entrega una prueba con un mal resultado al alumno y éste la arruga y la arroja al papelero. La profesora lo increpa diciéndole: “Oye roto, insolente, eso no se hace. Recoge la prueba, plánchala y hazla firmar por tu apoderado, ¿qué te has imaginado?”. Segundo caso, aquél en que una profesora se dirige a un alumno sin usar su nombre verdadero, sino un sobrenombre (“flojito”); los alumnos responden pidiendo que no los insulte, cuestionando su autoritarismo, ignorándola, descalificándola, e incluso dándole lecciones: “…como persona adulta tiene que saber controlarse y medir sus palabras porque hieren”; “usted no debería decirme sobrenombres; usted es una mala profesora…, me baja la autoestima…¡vale hongo!” estos son casos claros de cómo la violencia engendra más violencia.
Debemos recordar que la democratización de los canales de comunicación implica redefinir la autoridad. Asimismo, la equidad está en el escuchar y el expresar las ideas en un ambiente de respeto. Su lugar se legitima cuando es trasmisora de acciones de justicia, cuando favorece la cooperación y reconoce la autonomía. La justicia sólo tiene sentido si es superior a la autoridad.
De esta manera, creo haber cumplido entregando una contribución a los futuros profesores que, por muchos años, han manifestado que en su formación pedagógica “nunca nos hablaron de esta realidad” o peor, “hay un abismo de diferencia ente lo que vimos en teoría en nuestra formación inicial y lo que estamos ahora viviendo en los colegios”.
Agradezco a todos ustedes haber aceptado estar con nosotros. A tantos queridos ex estudiantes de esta casa de estudios de sus sedes de Valparaíso y de San Felipe, a mis estudiantes actuales de pedagogía, a los alumnos de las escuelas y liceos, (me encanta tenerlos aquí) a las personas del MECESUP, a mi hermana, hijos, tío querido que de una alguna manera reemplaza a mi padre que hace tiempo está en el cielo…, agradezco asimismo a mi profesor Michel Caillot, quien al finalizar mi examen de grado hace cerca de tres años, me dijo: “Tu dois publier ce travail !” - c'était un défi pour moi, bien sûre!- (“¡Tú debes publicar este trabajo! – era un desafío para mí, por supuesto). Gracias al Sr. Secretario Ministerial de Educación, Don Cristián Rojo, por su documentada, entretenida y bien inspirada presentación a mi libro, al profesor Eduardo Hess por su hermosa presentación escrita en el dispositivo y al Decano, René Flores, por su ilustrado prólogo.
Espero que ese posible signo de interrogación que tenían al iniciar este evento, se transforme en cientos de signos de interrogación para buscar respuestas a nuestros desafíos. De otra manera, si no tratamos temas como éste más daño nos seguiremos haciendo los profesores y los alumnos. En otras palabras, si no acogemos esta invitación corremos el riesgo como profesores de seguir poniéndole el hombro y seguir cuidándonos las espaldas.
Ayudar a quebrar el círculo de la violencia es romper el silencio, silencio impuesto por largo tiempo y que ha perjudicado, sin lugar a dudas, la calidad de la educación.
Creo que todos deseamos que exista un buen clima de entendimiento entre profesores y alumnos, modelo que incluso pueda redundar con mayor ímpetu en una mejor relación entre los propios alumnos, y entre ellos y sus padres; en suma una educación que traspase e impacte positivamente la convivencia entre educandos y entre éstos y sus familias.
Muchas gracias.